Los operadores financieros y analistas del mercado anticipan nuevas bajas en las tasas de interés por parte del Banco Central, una medida que podría intensificar la presión sobre el tipo de cambio si no se acompaña de señales claras en materia fiscal y monetaria. Según publica Ámbito Financiero, la expectativa de recortes responde a la desaceleración de la inflación, pero también genera inquietud sobre la sostenibilidad del equilibrio cambiario.
La tasa de política monetaria, que en los últimos meses fue reducida en varias etapas, se ubica en niveles reales negativos, lo que desincentiva el ahorro en pesos y alienta la búsqueda de cobertura en activos dolarizados. En ese marco, el mercado ya observa una mayor demanda de divisas y una reactivación de operaciones en los dólares financieros.
Economistas consultados por el medio sostienen que si la baja de tasas no va acompañada por una consolidación fiscal y una mayor acumulación de reservas, el resultado podría ser una aceleración de la dolarización de carteras. Esto impactaría tanto en el tipo de cambio paralelo como en la brecha con el oficial, que se había estabilizado en torno al 40%.
El dilema para el gobierno es complejo. Una tasa demasiado alta impide la recuperación del crédito y frena el consumo y la inversión. Pero una tasa demasiado baja puede generar desconfianza sobre el valor del peso y debilitar la demanda de dinero. En un contexto de alta sensibilidad cambiaria, cada punto de tasa se vuelve determinante.
Además, la posible normalización de la política monetaria en Estados Unidos —con la Reserva Federal manteniendo tasas elevadas— genera una presión adicional. El diferencial de tasas con respecto al dólar se mantiene negativo, lo que limita el atractivo de las inversiones en pesos para capitales internacionales.
Desde el equipo económico confían en que la estabilidad macro alcanzada en los últimos meses permitirá continuar con el sendero descendente de las tasas, sin comprometer la estabilidad cambiaria. No obstante, reconocen que el mercado está más reactivo a cualquier señal de desorden, y que se monitorea de cerca la evolución de los precios, la brecha y la demanda de divisas.
El escenario para el segundo semestre plantea desafíos: cómo sostener la confianza en la moneda local sin sacrificar la reactivación económica. En esa tensión, el rol de las tasas será clave para definir si el equilibrio alcanzado se consolida o si nuevos desequilibrios amenazan la estabilidad financiera.