En un año marcado por la incertidumbre económica, el oro y el bitcoin se consolidaron como los activos con mejor rendimiento a nivel global. Según detalla Ámbito Financiero, ambos instrumentos superaron ampliamente a las acciones, bonos y materias primas tradicionales, impulsados por la demanda de refugios de valor ante la inflación, los conflictos geopolíticos y la volatilidad de los mercados financieros.

El oro, activo clásico en tiempos de turbulencia, alcanzó máximos históricos superando los 2.400 dólares por onza, con un rendimiento anual cercano al 18%. Su valorización se explica por el aumento de las tensiones entre Estados Unidos, Rusia, China e Irán, así como por la persistente debilidad de las monedas fiat, especialmente el euro y el yen. Los bancos centrales de varios países también intensificaron sus compras de oro como forma de diversificar reservas.

En paralelo, el bitcoin experimentó un fuerte rebote, superando los 75.000 dólares por unidad y logrando una suba de más del 60% en lo que va del año. La aprobación de ETFs al contado en mercados como Estados Unidos y Europa impulsó una nueva ola de demanda institucional, al tiempo que crece el uso de criptoactivos como cobertura ante políticas monetarias restrictivas.

A diferencia de años anteriores, donde las criptomonedas eran consideradas activos especulativos, en 2025 los analistas destacan su consolidación como parte de carteras diversificadas. Fondos de inversión, aseguradoras y grandes bancos comenzaron a ofrecer productos vinculados a bitcoin y ether, lo que legitimó aún más su uso financiero.

La performance de ambos activos contrasta con los rendimientos negativos de la renta fija, afectados por las subas de tasas de interés, y con el comportamiento errático de las acciones, especialmente en sectores sensibles a la desaceleración económica global como el tecnológico y el inmobiliario.

En Argentina, tanto el oro como el bitcoin ganaron protagonismo como herramientas de cobertura frente a la inflación y la inestabilidad del peso. Si bien la compra de ambos activos se concentra en segmentos de poder adquisitivo medio-alto, también crece su adopción entre pequeños ahorristas a través de billeteras digitales y plataformas de inversión.

La tendencia marca un cambio en las preferencias de los inversores, que privilegian liquidez, descentralización y resguardo de valor por sobre rentabilidades especulativas. En un mundo cada vez más inestable, el oro y el bitcoin parecen haberse convertido en los nuevos refugios de la confianza.

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