El flujo de inversión extranjera directa (IED) en Argentina marcó un saldo negativo de 1.700 millones de dólares en lo que va de 2025, el peor resultado en los últimos años, según revela Ámbito Financiero. El dato, que surge de estadísticas oficiales y privadas, refleja la falta de confianza de los capitales internacionales en el escenario macroeconómico y la persistencia de trabas estructurales que desalientan la radicación de nuevos proyectos.
El déficit en la IED no sólo implica que no ingresan fondos frescos para expandir la capacidad productiva del país, sino que además muchas empresas extranjeras están retirando utilidades acumuladas o desinvirtiendo en activos locales. Esto genera una presión adicional sobre las reservas del Banco Central y compromete la sostenibilidad del modelo exportador a mediano plazo.
Entre los factores que explican la retracción se destacan la inestabilidad jurídica, la falta de previsibilidad tributaria, las restricciones cambiarias y la debilidad del mercado interno. A pesar del discurso oficial pro-mercado, los inversores consideran que todavía no hay un marco estable que garantice retorno sobre el capital a largo plazo.
Sectores como la minería, la energía y la economía del conocimiento continúan recibiendo inversiones, pero de manera muy acotada y con foco en proyectos puntuales. El resto de la economía muestra señales de estancamiento en la atracción de capital extranjero, especialmente en la industria manufacturera y el sector financiero.
El informe señala que, en el mismo período, otros países de la región —como Brasil, Colombia y Uruguay— mostraron un crecimiento sostenido en la recepción de inversiones, lo que agrava la pérdida de competitividad relativa de Argentina. En algunos casos, se registraron procesos de relocalización de empresas que abandonaron el país para radicarse en mercados con mayor estabilidad institucional.
Desde el Ministerio de Economía intentan revertir la tendencia con misiones comerciales, acuerdos bilaterales y medidas de apertura progresiva, pero hasta ahora los resultados son limitados. La ley de incentivos para grandes inversiones, aprobada en 2024, aún no se tradujo en anuncios concretos.
Expertos advierten que sin una política integral de mejora del clima de negocios, difícilmente se logren cambios estructurales. La inversión extranjera directa es clave para el crecimiento sostenido, la creación de empleo y el acceso a nuevas tecnologías. Su estancamiento prolongado es un síntoma claro de una economía que no logra recuperar atractivo para el mundo.