El sistema bancario argentino enfrenta una nueva distorsión: los préstamos al sector privado crecen a un ritmo tres veces superior al de los depósitos, generando un desbalance que preocupa a los analistas financieros. De acuerdo con datos relevados por Infobae, la expansión del crédito responde en parte al intento del gobierno de reactivar el consumo, pero también revela tensiones en la estructura de fondeo de los bancos.

En el último trimestre, los préstamos en pesos crecieron más del 60% en términos interanuales, mientras que los depósitos lo hicieron apenas por encima del 20%. Este desfasaje obliga a las entidades a buscar nuevas fuentes de liquidez o a ajustar sus políticas de riesgo crediticio. En algunos casos, ya se observan señales de endurecimiento en los requisitos para acceder a créditos personales y comerciales.

El fenómeno también impacta en la estabilidad del sistema financiero. Con menos recursos captados y más dinero prestado, los bancos operan con márgenes cada vez más estrechos. Además, la aceleración del crédito ocurre en un contexto inflacionario, lo que obliga a las entidades a indexar tasas, aumentar costos y asumir mayor exposición al riesgo de morosidad.

El Banco Central sigue de cerca la situación y analiza medidas para incentivar el ahorro, aunque la desconfianza en la moneda local y las bajas tasas reales dificultan el retorno de los depósitos. La política de tasa de interés, que busca mantener ancladas las expectativas inflacionarias, también limita el margen para ofrecer mejores rendimientos a los ahorristas.

Por otro lado, el crecimiento del crédito se concentra en sectores con garantía, como préstamos prendarios o hipotecarios, y en líneas subsidiadas que impulsan la demanda de bienes durables. Sin embargo, la brecha con el fondeo sigue siendo significativa y podría agravarse si no se produce un aumento genuino de los depósitos en el sistema.

Expertos del sector advierten que, si la tendencia persiste, podría haber restricciones futuras a la capacidad prestable de los bancos, con consecuencias negativas para el financiamiento del consumo y la inversión productiva. En ese sentido, sostienen que es necesario recuperar la confianza en el sistema financiero mediante políticas macroeconómicas más consistentes y reglas claras.

Mientras tanto, el sistema bancario navega una etapa de crecimiento desequilibrado, con desafíos de liquidez, regulación y rentabilidad. El equilibrio entre expansión del crédito y solidez financiera será uno de los ejes clave para la economía en los próximos meses.


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